jueves, abril 07, 2005

Los Sufrimientos Del Autor

En tu cerebro rebosan desordenadas las tramas. Tramas de ciencia
ficción que ideas con gran contento,
Se galopan luego en tu mente aferrándose obstinadas, hasta que te
vuelves loco de ira y de desaliento.

Cuando, junto a la muchacha a la que amas, tu mente gira como un
torbellino, hasta el punto de no oír sus palabras.
Cuando, en medio de un concierto, recuerdas el pasado y te pierdes
una nota de la sinfonía que están ejecutando.
O conduciendo un coche, no has llegado muy lejos cuando adviertes
que te has saltado un semáforo en rojo,
y para colmo, ¡oh, cielos!, golpeas a un Ford de lado y tu faro
delantero se convierte en migajas.
Cuando tu jefe te da una palmada en la espalda(por haber realizado
un hábil trabajo) y te le quedas mirando con expresión estúpida,
y luego farfullas algo idiota, de forma que queda convencido de que
eres un tarugo y posiblemente te has dado a la bebida.
Cuando sucesos como ésos se vienen encima dejándote abrumado,
no le eches la culpa a fuerzas sobrenaturales.
Si escribes relatos de ciencia ficción, te veras desviado de tu trayecto-
ria, tan cierto como que las estrellas se mantienen en sus órbitas;
pues tu mente elaboradora de tramas se tornará sorda, muda y ciega
a los necios hechos de la vida, que te acosan,
mientras las maravillas del espacio te ciñe en estrecho abrazo, en-
tre la pompa de los haces de estrellas...

Comienzas con una nave, absorbida por una vorágine en el hiperes-
pacio, en ruta hacia Cástor,
y que advierte para su mal que parece haberse perdido en una ga-
laxia como la nuestra, aunque mucho mas vasta.
Sintiéndote algo preocupado sobre la continuación, te inventas una
serie de criaturas, villanas y embusteras, de horribles rasgos, y
rebosantes de perverso designios.
Nuestros bravos héroes, enfrentados a esas hordas, se ven en situa-
ciones cruciales, puesto que el enemigo –una vez descubierta
nuestra galaxia- pretende reducirla a una sumisión total.
Ahora has de complicarlo todo, al desarrollar el asunto, de modo
que mantengas el hilo del relato en vibrante tensión.
Los terrestres han de ser cuatro(sólo cuatro, ni uno mas), mientras
que el número de enemigos sobrepasa todo cálculo.
Nuestros héroes, capturados, son conducidos seguidamente ante los
despreciativos y tiránicos jefes,
que les preguntan: «¿Dónde esta la tierra?». Y ellos permanecen
en silencio, con inmutable valor que encantará a los lectores.

Espera un poco. Veamos, esto no marcha. Olvidaste a la muchacha.
Inventa una, a la par buena y pura (aunque con gran atractivo
sexual) y no demasiado vestida.
Hazla formar parte de la tripulación, así será también capturada, y
la tropa enemiga la devorará con ojos lascivos.
Hay un intenso deseo en la mirada de los malvados, lo cual no ha de
extrañarnos, pues la muchacha es de pecho más bien lleno y sua-
ve cual el plumón...
No, más vale que corrijas esa parte y deshagas el lío, pues el lector
recordará que, siendo los enemigos reptiles, no serán sensibles a
la seducción humana...
Que acosen a la muchacha, manejando sus látigos para arrancar la
confesión de los terrestres.
Hasta que éstos logran romper sus ligaduras, desarrollándose esce-
nas de singular violencia.
Cada héroe de la Tierra es un luchador nato, y sus puños valen por
docenas... y justamente, llegado a este punto de la trama, tu ca-
beza dará vueltas.
Ya no sabes donde te encuentras, ni dónde has aparcado el coche.
Llevas la corbata torcida y no tienes idea de la hora que es, ni te
das cuenta de lo que dice la gente, ni de que miran tus calcetines
(desparejados), dudando entre si se trata de una sijmple rareza o
bien estás loco, lo cual conjeturan por el brillo de tus ojos, hasta

que finalmente concluyen, por tu aspecto general, que en efecto
lo estas de remate.
Pero la tortura pasó. Y fue por gusto, por el placer de llenar el papel
blanco con palabras bien hilvandas, por lo que elaboraste un
nuevo relato de ciencia ficción.

Los sufrimientos del autor
Isaac Asimov


Extraído del libro “Con la tierra nos basta”
Relatos cortos de Isaac Asimov.
Década de los 50.